Mashigú Rojo (2025)

Escayola y pintura acrílica

30 x 31.5 x 10 cm

PROYECTO

MASHIGÚ

Ma (hombre) + ashigú (conejo) en lengua Quimbaya, cultura ancestral de Colombia. De esa fusión nace Mashigú: un ser mestizo, que conecta lo humano y lo animal.

 

Mashigú hunde sus raíces en la tradición de los tunjos precolombinos, ofrendas votivas que encarnaban la unión con lo sagrado. En muchas culturas indígenas, los animales son comprendidos como “animales de poder”: fuerzas vitales que acompañan, orientan y revelan aspectos profundos de la existencia. En este sentido, el conejo —símbolo de abundancia, fertilidad y regeneración— se convierte en Mashigú, metáfora de resiliencia, de la capacidad de adaptarse y de renacer en medio de lo incierto.

 

Mashigú no es una estatua inmóvil. Es tránsito, fragmento y expansión. Puede emerger completo o incompleto, recordando que todo viaje implica dejar partes de uno mismo atrás y recomponerse con lo que se lleva y lo que se encuentra. En ese movimiento, se manifiesta como una figura migrante: un ser que encarna la memoria de lo perdido y, al mismo tiempo, la promesa de lo que está por venir.

 

Mashigú es un símbolo de vida que insiste. Un ser que nos recuerda que la identidad no se clausura, sino que se rehace constantemente en el cruce de fronteras y en la capacidad inagotable de renacer.

Bienvenido Mashigú (2025)

Escayola y pintura acrílica

18 x 31.5 x 26 cm

Cabeza de Mashigú (2025)

Escayola y pintura acrílica

18 x 31.5 x 26 cm

Mashigú Azul (2025)

Escayola y pintura acrílica

30 x 31.5 x 26 cm

Memorial de afectos

Historias que atraviesan la obra y la memoria

Cabeza de Mashigú (2025)

Bunny y yo

Recuerdo un viaje al pueblo de mi madre, cuando tendría nueve o diez años. En una de las excursiones a la finca, paramos en una casa vecina. Mientras los mayores conversaban alrededor de un “tintico”, yo me perdía en la exploración de aquella hermosa casa campesina.

De pronto, me topé con unas jaulas altas, hechas de palos de madera y rejilla de metal. Para mi sorpresa —y alegría inmediata— ¡había conejos! Corrí a preguntar por ellos. Me contaron que eran salvajes, atrapados para engordarlos y comerlos cuando crecieran. Yo nunca había probado la carne de conejo y me parecía extraño que alguien quisiera comerse algo tan bonito.

Me preguntaron si quería cargar uno. Escogí al más pequeño. Lo pusieron en mis manos y jugué con él un rato. La felicidad me desbordó tanto que terminaron regalándomelo.

Lo llamé Bunny, en honor a Bugs, uno de mis personajes favoritos de la televisión.  Regresó a casa conmigo en una caja de cartón, con una zanahoria a su lado, durante setecientos kilómetros y dos días de camino. Era apenas un conejo, pero para mí fue un amigo que atravesó montañas y ríos para quedarse en mi memoria.

El delirio de Bugs Bunny

En Cali, cuando estudiaba en Bellas Artes, el pasillo del segundo piso se convertía en la primera galería para los estudiantes de la facultad.

 

Un día, mientras caminaba por ahí, algo saltó frente de mi. 

 

En medio de un fondo blanco, en el suelo, un conejo expectante; frente a él, en la pared, una zanahoria. La escena tenía una fuerza silenciosa, una tensión contenida que hacía vibrar el aire. Era un conejo disecado y, sobre la pared, la pintura de su alimento. Tan simple, tan contundente.

 

Su autor era Alberto Campuzano, con aquella obra que más tarde ganaría el Salón de Artistas Jóvenes Rabinovich, uno de los premios más importantes de Colombia. En aquel momento no le conocía, pero el destino quiso que después nos hiciéramos amigos.

 

La obra se titula El delirio de Bugs Bunny y forma parte de la colección del Museo de Arte Moderno de Medellín. Esa instalación es la primera obra de arte conceptual que me impactó de forma profunda, y que lo sigue haciendo al recordarla.

 

Hoy, “Beto” es el decano de aquella facultad. Y quiero pensar que cuando recorre esos pasillos a diario, tiene encuentros con conejos inesperados.

Autor: Alberto Campuzano (Cali, 1971)

Título: El delirio de Bugs Bunny

Año: 1996

Colección: Museo de Arte Moderno de Medellín

Técnica: Animal disecado (conejo) y zanahoria en acrílico

Dimensiones: Variables